Madrugadores

¿Quienes somos?

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Los Madrugadores hemos experimentado un diluvio de gracias en respuesta a una iniciativa muy modesta, madrugar para rezar en el Santuario sábado por medio a las 07.00 hrs. Esta sencilla actividad reúne a varones laicos que quieren asegurar de una manera viril su vinculación heroica al lugar de gracias: el Santuario de la Madre y Reina tres veces Admirable de Schoenstatt. La periodicidad del encuentro parece baja; pero la perseverancia ha traído consecuencias inesperadas para quienes la iniciaron y que ahora muchos perciben como un regalo divino. Las gracias que María nos regala en su santuario, que se reciben y que se renuevan por el sencillo hecho de madrugar cada 15 días, corresponden a gracias de vinculación, vinculación a Dios, a nuestro ideal de vida, al lugar de gracias, al tiempo de gracias y a la comunidad de vida. Son por lo demás gracias especiales que la Sma. Virgen regala para hacer realidad la cruzada que encargó el Padre Kentenich al Schoenstatt chileno, como aporte original de la Familia de Schoenstatt a la Iglesia de las nuevas playas, conocida más ampliamente como la Misión del 31 de Mayo, proclamada en mayo de 1949 desde al Santuario Cenáculo de Bellavista. El experimentar en la vida cotidiana las gracias de vinculación es lo que le ha dado sello y carácter a cada unas de nuestras comunidades y a cada uno de sus integrantes. Los aspectos fundamentales de esta fecunda corriente de vida son los que a continuación analizamos conceptualmente:

La vinculación más importante: a Dios

En la base de nuestro organismo de vinculaciones está la oración. Dice una de nuestras canciones favoritas: “Para alabar y bendecir, adorar y agradecer, estamos aquí, Señor, a tu disposición...” Demás está decirlo: la vinculación a Dios asegura y ordena todo el organismo de vinculaciones. Este aspecto fundamental –el organismo sobrenatural de vinculaciones– sólo se puede dar cuando hacemos silencio y nos arriesgamos a hablarle a Dios. El riesgo consiste en que Dios contesta y no se puede oír la voz de quien es el Camino, la Verdad y la Vida, sin poner en grave cuestionamiento mi comodidad, mi aburguesamiento y mi egoísmo. A orar se aprende orando y a meditar se aprende meditando. El contenido y el destino de este encuentro no se puede predecir. El Dios personal, el Dios de la historia me habla personalmente y me lleva adonde yo debo llegar, aunque me cueste. Especial relevancia ha cobrado para nosotros la Adoración eucarística. Dios hecho hombre primero y luego alimento, que se quiso quedar en nuestra vida y nuestra historia de manera perceptible y nutritiva, es una maravilla que no cansa contemplar, admirar y agradecer. Dios respetuoso de su creación, se acuerda que somos de barro y consciente de nuestra frágil naturaleza, se hace, entonces, especialmente cercano al hombre que es alma y cuerpo, espíritu y materia, armónicamente integrados, que requiere de lo sensible para percibir el amor de Dios.

la vinculación vital: al ideal de vida

El encuentro con Dios produce inevitablemente una comparación entre mi realidad y el ideal que como varón estoy llamado a encarnar: ser padre e hijo. A través la meditación Dios me lleva a confrontar mi situación actual con el destino al que debo dirigir mis pasos. En la meditación se aclara mi orden de ser y los pasos a seguir para realizarlo en plenitud. A través de la meditación de la vida, abro mi corazón a lo que Dios me ha dicho en la quincena, sus deseos, sus regalos, sus exigencias; es el momento de pedir la ayuda necesaria para discernir, para clarificarme, para alentarme y tomar la cruz que me haya sido enviada. Sin perder de vista el contexto de laico, varón, padre, esposo, hijo, en fin, lo que Dios quiso que yo sea para ser su rostro en este mundo contemporáneo. En este camino que debo recorrer descubrimos en el legado de nuestro Fundador, el Padre José Kentenich, la orientación clarividente de un hombre traspasado por la gracia de Dios. En San José, encontramos la personificación del ideal de hombre al cual aspiramos vivir según el querer de Dios. Ambos orientan nuestro ser y actuar en el mundo de hoy. Por esta intención incluimos dentro de nuestras oraciones favoritas en cada madrugada las que dirigimos a cada uno de ellos.

La vinculación local: al lugar de gracias

Creemos que a la sombra del Santuario se co-decidirán los destinos de la Iglesia, por siglos. Esta confianza ha sido reforzada con los frutos que hemos visto de una concurrencia frecuente a él. Las gracias de acogimiento, transformación y envío se han dado en nosotros y de ello podemos dar fe. Nuestros encuentros en el Santuario son expresión original de fidelidad a la Alianza de Amor. La presencia de María en su Santuario está dada por la petición de sus hijos. El nuestro no es un santuario por decisión de María, nuestra Madre, sino que por ruego e importunidad nuestra, de modo que su permanencia depende de las condiciones del contrato inicial: es decir de nuestro aporte al Capital de Gracias. Esta expresión de la vinculación al lugar es un regalo de la gracia a nuestro crecimiento. El hacernos especialmente responsables del lugar le otorga a nuestro compromiso un sello de virilidad y paternidad que no habíamos imaginado. Nuevamente aquí nos encontramos con un punto en que lo espiritual y lo material deben armonizarse. El santuario es el lugar donde se tocan el cielo y la tierra y de nuestra actividad humana depende que pueda manifestarse la actividad divina, mediada por María, para bien de todos.

La vinculacion temporal: al tiempo de gracias

La madrugada es el momento que adoptamos al principio de nuestra corriente porque era el momento más práctico para estar en silencio, sin alterar los horarios de trabajo y los compromisos familiares que nos impone nuestra condición de padres de familia comunes y corrientes. La elección de la hora fue providencial. Con el correr de los años hemos descubierto las gracias propias del tiempo, descubrimos que así como el espacio tiene lugares especiales, el tiempo tiene horas especiales y la madrugada es una hora especialmente bendecida. Vayan algunos ejemplos de libro. La hora de la madrugada: prima en el Oficio del Hacia el Padre, es la hora que se consagró a Nazaret, justamente el trabajo de familia que estamos llamados a cumplir en el mundo. La madrugada es la hora de la resurrección. El que tenga alguna duda de que Pentecostés fue una madrugada lea con atención los Hechos de los Apóstoles. Nuestro Papa usa con mucha frecuencia a la aurora para referirse a los jóvenes y al futuro. Y así muchos ejemplos más. Pero aún más importante es el ejemplo vital de lo que ha sido madrugar para nosotros. La reciedumbre, la capacidad de perseverar, cumplir la promesa, mantener la palabra, la palabra de hombre, ha sido la raíz de bendiciones experimentadas por nosotros y por los que nos rodean. En esta excentricidad de la madrugada no estamos solos, nos sentimos insertos en una corriente que inauguraron en Bellavista próceres de la talla de Mario Hiriart, cuya herencia recogemos y guardamos con cariño y gratitud. En Mayo de 1999, para el Jubileo, cuando se iniciaron las madrugadas en Bellavista, hubo Hermanas Marianas, de las más antiguas, que hicieron espontáneamente el paralelo con los primeros y nos llenaron de orgullo.

La vinculación comunitaria: a la comunidad de gracias

A todas las gracias enumeradas anteriormente debemos agregar la comunidad de corazones que se da con los hermanos madrugadores. Orar junto a otro varón que tiene realidades y problemas tan parecidos a los míos, me hace comprenderlo, apreciarlo y quererlo con mayor fuerza. Compartir sus alegrías, sus esfuerzos, las incertidumbres propias de nuestro tiempo y nuestra economía, apoyarme en su ejemplo y su aporte al Capital de Gracias para cumplir mejor mi tarea de padre, de esposo, de trabajador, es una bendición y un consuelo que no puede expresarse con facilidad. Esta comunidad de corazones se expresa en el desayuno, que también es parte esencial de la madrugada, y es el momento de reír con todas las chiquilladas que se dan en un grupo. Pero también este es el momento que requiere mayor delicadeza en el trato y en el estilo de celebrar, para mantener una alegría serena y transparente, que hable bien de nuestra condición. El demonio intenta imitar toda la obra de Dios y debemos tener la perspicacia para detectar sus argucias. Una patota es una caricatura de una comunidad, un amigote es la caricatura de un hermano, y así sucesivamente. En este terreno hay mucho por educar aún. Finalmente debemos agradecer por la comunidad de corazones que se produce entre nuestras familias, la paciencia y comprensión de nuestras respectivas esposas, la compañía de algunos de nuestros hijos varones en las madrugadas y en las regulares actividades de camaradería que realizamos.

La gracia de la perseverancia

“Van pa’mar, pa’ mar adentro y son los madrugadores...” Bastante profética la canción de Pepe Gallinato, justo este año cuando el Papa le pide a la Iglesia que reme mar adentro. Después de varios años de madrugada descubrimos que estamos bastante mar adentro. Nuestra historia tiene una moraleja simple: la perseverancia en vincularnos a un lugar de gracias nos trae como recompensa una capacidad de vinculación orgánica con aspectos, algunos insospechados, de nuestra vida natural y sobrenatural: armonizando contemplación y vida en el mundo; lo personal y lo comunitario; anclados en nuestro terruño y abiertos a todo el horizonte de desafíos que plantea el momento presente; enraizados en nuestras más caras tradiciones y abriendo senda al futuro.. Tenemos la certeza que esta corriente de vida es un aporte original, fruto del 31 de Mayo, a la vivencia concreta del cristianismo contemporáneo y que permite encontrar al Dios vivo en la propia vida, en el quehacer corriente de un laico actual, sin ocultarse en la sacristía y sin abandonarse al paganismo prevalente.